La fotografía de Kyle Jeffers documenta una paisaje de autopistas vacías y contenedores de transporte. Los moteles y aparcamientos anónimos de sus imágenes sugieren una especie de suburbio del Medio Oeste, pero en realidad Jeffers vive en Canadá. Fotografiando sobre todo en Hamilton, Ontario, o cerca de allí, donde vive, Jeffers registra los espacios fácilmente pasados por alto de la región más meridional de Canadá.
Hamilton es una ciudad de tamaño medio, rodeada de fábricas y campos, situada no muy lejos de la frontera con Michigan. "Llevo mi cámara allá donde voy para intentar documentar todo lo que veo", dice Jeffers. En sus imágenes digitales, el Canadá suburbano emerge alternativamente desolado e inesperadamente colorido. Ráfagas de colores vivos (una señal roja, un cielo púrpura, flores de color rosa amoratado) rompen un espacio dominado de otro modo por la hierba embarrada y el asfalto gris.
Las fotos de Jeffers documentan un paisaje que resulta claramente familiar, pero también extraño. La composición cerrada de muchas de sus instantáneas les confiere una cualidad irreal. Extraídas del contexto de su entorno, las calles y casas fotografiadas parecen artificiales, como si estuvieran dentro de un parque de atracciones o de un plató de cine. La nítida calidad digital de las fotos no hace sino acentuar la sensación de que el suburbio que se esconde tras el objetivo de Jeffers no existe realmente, que tal vez sea una especie de pueblo generado por ordenador, improvisado a partir de los trozos más fotogénicos de barrios suburbanos en toda Norteamérica.
De hecho, no todas las fotos de Jeffers proceden de la misma zona; por ejemplo, la primera imagen de este artículo se tomó en la costa este de Canadá, en Nuevo Brunswick. En su inquietante uniformidad, las fotografías de Jeffers funcionan como una especie de exploración visual de los no lugares. Acuñado por el antropólogo francés Marc Augé, "no-lugar" es un término para los espacios definidos por el anonimato: centros comerciales, aeropuertos, supermercados. Al igual que los espacios que se ven en la obra de Jeffers, los no-lugares son sitios en los que nadie se siente realmente a gusto, sino simplemente de paso.
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