Cada otoño, en algunas zonas rurales de Suiza, Alemania y Austria, las comunidades agrícolas se reúnen antes del amanecer para celebrar un ritual ancestral: llevar el ganado de la montaña a casa. Las familias campesinas y las vacas se visten con elaborados trajes tradicionales y descienden de los Alpes en una procesión ceremonial a veces presenciada por turistas.
La fotógrafa alemana Damaris Riedinger visitó Appenzell (Suiza), la ciudad natal de su madre, y se levantó a las dos de la mañana para documentar la Alpabzug o Alpabfahrt, como se llama la marcha en suizo-alemán.
He visto las procesiones de ganado desde que era pequeña. Mi madre es suiza, y a menudo íbamos en coche de Alemania a Suiza para visitar a mis abuelos. Siempre veía la procesión desde este ángulo aislado, singular y bastante turístico.
En la serie Soleil Appenzell, Documenté al granjero Jakob y a su familia. Pasé unos días documentando su vida en la granja y luego subí con ellos a su aldea de verano. Fue una perspectiva más inmersiva e íntima de la tradición. Como la salida del ganado se programa en función del tiempo, llamaba a Jakob casi a diario para que me informara de si se iba a celebrar o no. Mi abuelo también comentó: "Se rumorea que saldrán de los Alpes dentro de dos semanas". Como granjeros, tienen buen olfato para el tiempo, y ambas predicciones resultaron ser ciertas. El día que subimos, el cielo estaba azul.
Los campesinos suizos pasan la mayor parte del verano en los Alpes. Un alp es como su segunda granja, más pequeña, a mayor altitud. En el valle, donde viven los granjeros, la hierba no es lo bastante alta para alimentar a sus vacas. Así que recogen sus cosas y marchan con las vacas a su alp de verano. Allí producen sobre todo queso. Ir al alp significa dejar atrás su hogar en el valle durante unos tres meses. Cuando termina el verano, vuelven a bajar.
En cuanto a población, Appenzell Innerhoden es el cantón más pequeño de Suiza. Y eso se nota en su comunidad. Todo el mundo parece conocer a todo el mundo, las palabras corren rápido y el sentido de la solidaridad es fuerte. Si eres un grupo pequeño, tienes que cuidar tus tradiciones para mantenerlas vivas. Los trajes son un símbolo de un vínculo estrecho y fuerte con su tierra natal. Los llevan con orgullo y cuidado.
Los trajes de los pastores y lecheros alpinos surgieron en el siglo XIX. La subida y bajada del ganado a los Alpes se convirtió en un ritual muy sagrado. Todavía prestan mucha atención a la composición correcta de los trajes de hombres y mujeres. Sólo gracias a que la comunidad es tan estricta en la conservación de los detalles de los trajes y los accesorios correspondientes, esta tradición popular ha podido sobrevivir al tiempo y sigue tan fuertemente arraigada.
El día de la conducción de ganado, nos levantamos a las dos de la mañana y desayunamos todos juntos alrededor de una gran mesa. Todos los que subían tenían una tarea que cumplir. Una persona tenía que guiar al toro, otra el carro de caballos y otras se encargaban de mantener a las vacas y las cabras en el camino. A pesar de la oscuridad total, todo salió a pedir de boca.
Los hombres empezaron a cantar y a aullar, lo que dirigió la procesión de forma acústica. Todos tienen un vínculo muy fuerte con sus vacas. Recuerdo los últimos kilómetros que subimos, la colina era bastante empinada. Los sobrinos de Jakob quitaron las campanas a las vacas y las subieron ellos mismos en un yugo de madera para aliviar a las vacas del peso. Justo antes de que llegáramos, los animales supieron que estaban en casa y empezaron a correr hacia los verdes pastos.
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